Malnutrición aguda grave

La malnutrición aguda grave se caracteriza por un peso muy bajo para la estatura (puntuación z inferior a -2 de la media de los patrones de crecimiento de la OMS), emaciación grave visible o presencia de edema nutricional. El descenso en la mortalidad infantil y la mejora de la salud materna dependen mucho de la reducción de la malnutrición, que directa o indirectamente es responsable del 35% de las muertes entre los niños menores de cinco años.

A pesar de que la mediana de la tasa de letalidad por malnutrición aguda grave en menores de cinco años oscila entre el 30% y el 50%, si se tienen en cuenta los cambios fisiológicos y metabólicos, puede reducirse considerablemente. El tratamiento de la malnutrición aguda grave, conforme a las directrices de la OMS, redujo la tasa de letalidad en cerca del 55% en entornos hospitalarios, y estudios recientes señalan que para tratar esa afección en entornos comunitarios, puede utilizarse la estrategia del suministro de alimentos terapéuticos listos para el consumo.

Malnutrición moderada

La malnutrición moderada se define como un peso para la edad entre 2 y 3 puntuaciones zeta por debajo de la mediana de los patrones de crcimiento infantil de la OMS. Puede deberse a un peso bajo para la talla (emaciación) o a un peso bajo para la edad (retraso del crecimiento) o una combinación de ambos. La emaciación y el retraso del crecimiento moderados se definen igualmente como un peso para la talla o un peso para la edad entre -2 y -3 puntuaciones zeta.

La malnutrición moderada afecta a muchos niños en los países pobres. Los niños con malnutrición moderada tienen mayor riesgo de muerte, y la malnutrición moderada se asocia a un gran número de muertes relacionadas con la nutrición. Si no reciben un apoyo adecuado, algunos de estos niños moderadamente malnutridos pueden progresar hacía la malnutrición grave (emaciación grave y/o edema) o el retraso grave del crecimiento (peso para la talla de más de -3 puntuaciones zeta), que son trastornos que puedan poner en peligro la vida. Por consiguiente, el tratamiento de la malnutrición moderada debe ser prioridad de la salud pública.

Carencia de micronutrientes

Anemia ferropénica

Dimensiones del problema

La carencia de hierro, ferropenia, es el trastorno nutricional más común y extendido en todo el planeta. Se trata de la única enfermedad carencial que, además de afectar a la salud de gran número de niños y mujeres de los países en desarrollo, es también muy prevalente en los países industrializados. Las cifras son alarmantes: 2.000 millones de personas -más del 30% de la población mundial – padecen anemia, debido principalmente a la carencia de hierro, un problema que en las regiones de escasos recursos con frecuencia se ve agravado por diversas enfermedades infecciosas. El paludismo, el VIH, SIDA, la anquilostomiasis, la esquistosomiasis y otras infecciones como la tuberculosis, son factores que contribuyen notablemente a las elevadas tasas de prevalencia que la anemia presenta en algunos lugares.

La carencia de hierro afecta más personas que cualquier otra afección, lo que le convierte en un problema de salud pública de proporciones epidémicas; la malnutrición proteinoenergética y la carencia de hierro causa sus mayores estragos en forma de mala salud, muerte prematura y pérdida de ingresos.

La carencia de hierro y la anemia reducen la capacidad de trabajo de las personas, e incluso de poblaciones enteras, entrañando graves consecuencias económicas y obstaculizado el desarrollo de los países. Cabe afirmar que, en términos generales, las personas más vulnerables, más pobres y de menor nivel educativo son las más afectadas por la ferropenia, por lo que también deberían ser las que salgan más beneficiadas al lograr reducirla.